27 septiembre 2011

Curso Colonia de Vacaciones




La clase Teórica es el Miércoles 5/10 a las 18hs en el Salón de Consejo Superior del Rectorado de la UNLP (7 e/ 47 y 48).
Y los talleres prácticos son el Jueves 6/10 a las 16hs en el Campo de Deportes.

CLASE TEORICA: como pensar el trabajo en las colonias.
Objetivos de las colonias/Las colonias como proyecto educativo/Tipos de colonias/Colonias y actividades alternativas/Ley de colonias.
CLASE PRACTICA:
Taller de globologia
Taller de murga y pintura.
Se entregaran certificados.
Para anotarte envia un mail con tu legajo, nombre y apellido a: lajauretcheunlp@gmail.com


15 septiembre 2011

Los jóvenes, la noche y el deber de la memoria


La Noche de los Lápices


Por Daniel Goldman. Rabino de la Comunidad Bet El. Comisión Provincial por la Memoria.

En esa operación cobarde fueron secuestrados diez adolescentes. Sólo tres sobrevivieron al horror del Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y la Jefatura de Policía de la provincia de Buenos Aires.

Fue en la casa de un amigo coleccionista de cosas viejas. Se encontraba colgada en la pared una de esas maquinitas con rollos de boletos de colectivo, numerados en serie. Un rollo entero verde tenía impresa la palabra “escolar”. La palabra impresa derivó en conversación, la conversación en memoria, y la memoria en construcción de identidad.

Desempolvando nuestro recuerdo, apareció la reminiscencia de que todo había comenzado con una marcha multitudinaria en septiembre de 1975, época en la que ambos ya éramos universitarios. El clima del país hace tiempo que ya se percibía como enrarecido, denso. Pero sin embargo y aún detrás de esa densidad, rememorábamos sin ánimo melancólico, que los pibes no se dejaban torcer el brazo. Reclamaban algo muy simple: que el colectivo no les cueste lo mismo que al resto. Trasladarse al establecimiento escolar debería ser un derecho y no un privilegio. Y en un boleto escolar, la diferencia de los centavos puede representar una porción de pizza más durante la semana, invitar a una piba con un helado, o la ayuda en casa para lo que sea. Y ni qué hablar de añadir al precio, el valor simbólico de la expresión del inconformismo, cálido, rebelde, utópico, encantador. El estudiante secundario debía marcar el ritmo, de modo tal que la eximición de cierto porcentaje en el costo del pasaje no solamente represente una igualdad con el alumno de la primaria, que pagaba menos, sino la poderosa idea de que ser del secundario no es ser de segunda. La decisión de pelear por el boleto estudiantil comenzaba a ser una movida que se replicaba tanto en algunas ciudades de la provincia de Buenos Aires como en otros orbes del país. La iniciativa impulsada por la UES (Unión de Estudiantes Secundarios de La Plata) empezaba a tener eco nacional. Frente a la militancia, y ante la repercusión, finalmente el objetivo se logra. Era ese boleto verde, que colgaba en la pared de la casa de este amigo, el símbolo de la conquista perseverada a través de la lucha.

Pero como si fuese el inspector del colectivo, el golpe del ’76 arrancó el boleto y la hecatombe se llevó a los pibes. Un año después. Un 16 de septiembre de 1976.

Yendo un poco más allá del tema del boleto estudiantil, podríamos sostener que obviamente habría algo más profundo. Como parte del modus operandi del terrorismo de Estado, lo que molestaba, lo que irritaba a los integrantes del sistema del ominoso general Camps no era otra cosa que el activismo político y el compromiso de estos pibes. A esa penosa historia de la oscuridad (aunque no fue la única, pero sí una de las más significativas), que hace 35 años marcó con fuego el alma de una generación, se la conoció como La Noche de los Lápices.

En esa operación cobarde fueron secuestrados diez adolescentes, de entre 16 y 18 años. Sólo tres sobrevivieron al horror del Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes, la Jefatura de Policía de la provincia de Buenos Aires, las comisarías 5ª, 8ª y 9ª de La Plata y 3ª de Valentín Alsina, y el Polígono de Tiro de la Jefatura de la Provincia de Buenos Aires, entre otros lugares.

Junto a nuestro homenaje, y teniendo la posibilidad concreta que nuestra democracia nos brinda de poder ver cómo se juzga a los represores de las víctimas por sus crímenes, desde una perspectiva presente, vale la pena volver a repensar esta terrible historia, resignificando la fuerte dimensión de amenaza y miedo que produce el protagonismo juvenil al poder omnímodo supuestamente adulto representado por los regímenes estatales. Justamente, considerar al joven como una intimidación al futuro, exigiéndole que deba permanecer en el lugar que el poder le asigna, es volver a repetir viejas sagas. De algún modo, y sin ir muy lejos, desde el discurso represivo de la seguridad, con intención, se sigue alimentando e insistiendo en la imagen y el mensaje que sentencia al joven con la categoría de “peligroso”, atribuyéndole la calidad de delincuente y al que hay que reprimir y encerrar hasta exterminarlo, ya que muchos representan la condición de “irrecuperables”. De esta manera, la arenga va construyendo un estigma social y político que delinea la traza que estampa al pibe como un enemigo a ser domesticado (si es morocho, mucho más) y despolitizado. El testimonio cotidiano de Emilce Moler, sobreviviente de la nefasta noche, amiga, científica y educadora, integrante de nuestra comisión, nos advierte constantemente sobre este notable riesgo, para que la memoria no tenga la superficialidad nostálgica de creer que todo pasa, sino para que tenga el espesor y la claridad de un eco en las voces presentes que fueron acalladas en el pasado de la edad más tierna.