La sanción de esta Constitución significó el pasaje de una democracia política formal e ilusoria, que consistía en ciertos progresos en el sistema jurídico y político- institucional a una democracia social basada en cambios reales en el sistema económico y que aseguraba la posibilidad de trabajo, una existencia digna, y el derecho de recibir un salario justo.
La constitución del ’49 rompe con el esquema del liberalismo que postulaba la separación entre el Estado y el mercado, otorgándole al Estado un rol activo en la búsqueda del bienestar de todo el pueblo. Se apuntaba a una justicia distributiva, dándole a la propiedad privada una fuerte función social y poniendo al capital al servicio de la economía y el desarrollo nacional. En términos prácticos las reformas estuvieron orientadas a suprimir definitivamente la desocupación y brindar a todos los trabajadores las condiciones materiales necesarias para desarrollarse. Así, entre los principios fundamentales de la Constitución se encuentran los Derechos del Trabajador: Derecho a trabajar, Derecho a una retribución justa, Derecho a la capacitación, Derecho a condiciones dignas de trabajo, Derecho a la preservación de la salud, Derecho al bienestar, Derecho a la seguridad social, Derecho a la protección de su familia, Derecho al mejoramiento económico, y Derecho a la defensa de los intereses profesionales.